miércoles, 24 de febrero de 2010

El espejo 3

Pablo estuvo una semana pensando en lo que había pasado en la vieja mansión largo y tendido. Al octavo día, Pablo volvió a la mansión. Saltó la valla sin problemas, ya que en estos cuatro años había adelgazado mucho y estaba incluso fuerte. Entró por la puerta, que había reparado. De hecho, durante sus largas visitas había ido limpiando la mansión poco a poco, había puesto de nuevo la puerta, había limpiado los cristales, había barrido, y ahora la mansión no estaba nada mal. Subió las escaleras que tan bien conocía y llegó a la sala del espejo. Por primera vez desde que llegó a esa sala, se fijó en los libros. Había algo diferente en ellos, pero no alcanzaba a adivinar que era. Se pasó por las paredes, cubiertas de libros y fue ojeando los que tenía al alcance de su vista uno a uno. Pero hubo uno que le llamó la atención de manera especial. Era el libro de Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, el malleus malificarum, el martillo de las brujas, ese libro del que Pablo había oído tanto hablar. Era un ejemplar que parecía en perfectas condiciones. Fue a cojerlo y, justo cuando tenía la mitad fuera, el libro se atascó. "¿Atascado?" pensó Pablo. "¿Cómo puede estar un libro atascado?". Empezó a tirar de él y, de pronto, sonó el mismo ruido que el de los cristales al romperse que produjo el anciano al chocar con el cristal, pero más amortiguado, como si viniera de detrás de la pared. Sin previo aviso, Pablo se encontró dando vueltas, y cuando se recobró del mareo, se dio cuenta de que estaba atravesando la estantería.

2 comentarios:

  1. Esta es la parte más interesante de las 3 que has subido. La pena es que es un pelín breve.
    XD

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  2. si,y por cierto,se escribe cogerlo,no cojerlo.EJEM.

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