" No se cómo te llamas, ni siquiera se si existes. Yo me llamaba Catherine, y vivía en el bloque de apartamentos Standford, sabes cuales son, ¿no? Son de los más lujosos de toda Nueva York. Cobraba mucho, y tenía todo lo que quería, pero no era feliz. ¿Por qué? te preguntarás. Porque yo tenía una hermana, una hermana que vivía en el metro, y que apenas tenía para comer. Yo, era una persona con muchas influencias, y ella no era buena para mi imagen. Cuando tuvo el hijo a los dieciséis años, dejé de hablarla. No me he arrepentido tanto de algo en mi vida. Ahora ella está muerta, y yo también. No se qué pensarás de mí, pero no tenía a nadie en mi vida a quién contárselo."
Walter, pensando que era obra de una lunática, no hizo menos que romperlo en cachitos y tirarlo, no sin antes derramar ( sin querer, porque él nunca desperdicia el café) unas gotas de café sobre él. Lo tiró a la papelera más cercana, y, cuandó hubo avanzado unos diez metros, otro papelito, similar al anterior, volvió a aparecer delante de él. Lo volvió a coger y al abrirlo por su cara se pudieron ver, durante una fracción de segundo, la sorpresa y el susto a la vez. EL texto parecía el mismo, hasta tal punto que tenía las mismas manchas de café que el que había tirado escasos segundos a la papelera. Volvió a leer la carta, y la releyó. Cuando hubo entendido la carta, y el mensaje, muy lentamente, se fué dando la vuelta y caminó, lo más deprisa que pudo, rumbo a su casa de nuevo, con el papel en la mano, dispuesto a llamar a su hermano, cocainómano.
me gusta
ResponderEliminar